Escribe: Anahí Durand

Seguramente muchos de nosotros, personas que vivimos de nuestro trabajo, sin rentas ni grandes capitales, no estamos contentos con la realidad que nos toca…ni política, ni económica, ni esa mas cotidiana que se desenvuelve en el día a día de un país profundamente desigual, cada vez más agresivo, atravesado por injusticias y contradicciones que lejos de resolverse a veces parece que se agravan. Y así lidiamos con nuestra inconformidad, desgano, desagrado y seguimos preguntándonos si es que acaso el país cambiará algún día. 

Pero a ese nivel de inconformidad individual, puede oponerse la acción colectiva. No es una obligación, se puede seguir en el descontento y limitarse a votar para que otros se hagan cargo, pero no vale decir que no hay nada más que hacer. Sí se puede cambiar el orden de cosas y para ello hace falta traspasar lo personal y participar en proyectos comunes; vincularnos a organizaciones políticas donde nuestros intereses y aquello que creemos mejor para el país coincidan y podamos presentarlo a la sociedad, construirlo, confrontarlo. Y para quienes creemos que esos cambios deben orientarse hacia más justicia, democracia y equidad, más poder y autonomía para la gente, se trata de sumarse a una opción política trasformadora o de izquierdas.

foto: josé antonio galloso

Tenemos una larga tradición de luchas por conseguir un país más justo, experiencias concretas a través de las cuales hombres y mujeres han peleado por conseguir los derechos que hoy disfrutamos; trabajar 8 horas, descansar los fines de semana, educación gratuita o elegir y ser elegidas por mencionar sólo algunos. La suma de miles de voluntades y la organización política desde las izquierdas, sea en sindicatos, organizaciones campesinas, o partidos políticos, impulsó estas transformaciones enfrentando a grupos de poder reacios a perder sus privilegios. Es cierto que no ha sido un camino fácil y se cuentan también episodios de violencia, traición y hasta corrupción por parte de ciertos líderes sociales, pero estas acciones no mellan los ideales de justicia y dignidad ni desdibujan el compromiso de quienes se empeñan en trabajar organizadamente para construir un mejor país.

foto: reuters

Actualmente el escenario se presenta complicado. Ollanta Humala llegó al poder prometiendo transformación pero prontamente abandonó sus promesas arrimándose a los poderosos. Su gobierno ha sido básicamente mediocre y continuamos agobiados por la inseguridad ciudadana, la educación y la salud pública agonizan, tenemos los sueldos más bajos de la región y la explotación de nuestros recursos naturales no beneficia a las mayorías. Los medios de comunicación y los políticos de siempre pretenden hacernos creer que no hay alternativa, que sólo se puede gobernar manteniendo el orden sin hacer ningún cambio que fastidie al poder. Dicen que el 2016 debemos elegir entre los de siempre, las opciones “responsables”, las que tienen experiencia de gobierno. Por supuesto, Alan García, Keiko Fujimori o PPK tienen experiencia: tanto ellos como sus círculos familiares, amicales y co partidarios ya han manejado el país, ya se han enriquecido, ya han delinquido desde el gobierno. Y no han resuelto los problemas que nos mantienen en la pobreza y el a atraso.

Es cierto que la construcción política trasciende lo electoral, pero dado lo que esta en juego, no podemos ponernos de espaldas a ello. Es momento de hacer confluir nuestras inconformidades, sueños y expectativas de un Perú mejor. A muchos nos gustaría contar con un espacio crítico consolidado, profundamente enraizado, anti sistémico y revolucionario. Otros preferíamos una maquinaria electoral bien aceitada para captar recursos y muy pragmática para sumar alianzas. Pues no es momento para ese tipo de dicotomías ni para enfrascarnos en diferencias que solo beneficiaran a quienes se niegan a abandonar el poder. El Frente Amplio existe y agrupa ya a una diversidad de luchas que requieren ser representadas y defendidas; ahí están las comunidades afectadas por la minería, los pueblos indígenas de la Amazonía, las mujeres que reclamamos derecho a decidir, los jóvenes precarizados por el régimen laboral entre tantos otros. No es un espacio cerrado, por el contrario está abierto y debe continuar abriéndose a la ciudadanía, agregando fuerzas y voluntades. Tenemos la urgencia y la posibilidad de cambiar el Perú y el espacio que se nos presenta aquí y ahora es el Frente Amplio, para allá toca sumar y avanzar para ganar. Nos vemos en el Congreso Nacional del 18 y 19 de julio.

#EsTiempodeCambiarelPerú

18 y 19 de julio #CongresoFrenteAmplio2015